En definitiva, la percepción está en la mente y el envasado puede cambiar la percepción de un producto. Nuestro cerebro toma decisiones de como nos va a saber ese producto, por tanto el envase puede condicionarnos el sabor y posicionarnos a la hora de elegir el producto. “No es una exageración decir que la gente no sólo compra el producto “per se”, sino también por los colores que lo acompañan. El color penetra en la psique del consumidor y puede convertirse en un estímulo directo para la venta”, escribe el publicista Luc Dupont en su libro 1001 trucs publicitaires. 13